segunda-feira, 25 de outubro de 2010

La Pena del Adiós por Mario Beer-Sheva

 



Aquí, frente a mi ordenador, procuraré recordar y escribir el paseo, que esta mañana dí. Fui al aeropuerto internacional, con el fin de gastar el tiempo. En el salón principal, un anciano apoyado en su bastón, despedía a un matrimonio joven con un niño de seis o siete años.

*Se comunica a los señores pasajeros...*

El anciano dejó su bastón caer y abrió los brazos como queriendo abrazar, a sus seres queridos, en un abrazo final, emotivo y procurando no llorar...

*...el embarque se hará por la puerta número...*

Los tres abrazados, entre si, el niño abrazado a la pierna de su abuelo. Al oír la orden de embarque, comenzaron a llorar la partida inmediata...

*...se recomienda presentarse con la tarjeta de embarque en mano...*

Ya todo estaba dicho, ya todo faltaba por decir, sin decir, cada uno pensaba si esta sería la partida final. Teniendo en cuenta la edad del abuelo, era el ir y no regresar...

*...se aconseja, a los señores pasajeros, no olvidar pertenencias personales...*

Las lágrimas, que asomaban a sus ojos, como pequeños ríos del deshielo que cae de la montaña, inundó los rostros de esta gente y me hizo doler el corazón.
¡Partir es morir, sin posibilidad del reencuentro, es morir total!

*...esperamos tengan un buen viaje. ¡Gracias por elegirnos! *

Los tres jóvenes embarcaron, el abuelo levantó su bastón, apoyó un brazo en la columna, escondió su rostro, y sus hombros comenzaron a sollozar con el silencio del gran dolor.

Hoy, debo escribir que, he conocido la pena, el pesar, el desconsuelo y el dolor . ¡Debo reconocer que aún me dura la tortura de mi paseo matinal!





Mario Beer-Sheva


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