Miguel de Unamuno y Jugo, nació en Bilbao el 29 de septiembre del 1864. Escritor de narrativa, novela, poesía, teatro y filósofo español. Perteneciente a la generación del 98. Era el tercer hijo y primer varón, tras María Felisa y María Jesusa, del matrimonio habido entre el comerciante Félix de Unamuno Larraza y su sobrina carnal, Salomé Jugo Unamuno. Más tarde nacerán Félix, Susana y María Mercedes. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, obteniendo la calificación de notable en 1883, a sus veintiún años. En 1884 comienza a trabajar en un colegio como profesor de latín y psicología, publica un artículo titulado «Del elemento alienígena en el idioma vasco» y otro costumbrista, «Guernica», aumentando su colaboración en 1886 con el Noticiero de Bilbao. En 1888, se presentó a la cátedra de psicología, lógica y ética del Instituto de Bilbao convocadas por la Diputación de Vizcaya, junto con Sabino Arana y la novelista y folclorista Resurrección María de Azkue, adjudicándose la plaza éste último. En 1889 prepara otras oposiciones y viaja a Suiza, Italia y Francia, donde se celebra la Exposición Universal y se inaugura la torre Eiffel. Pasa los meses invernales dedicado a la preparación de unas oposiciones para una cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca, la cual obtiene. En 1901 es nombrado Rector de la Universidad de Salamanca. Para Unamuno el arte era un medio de expresar las inquietudes del espíritu. Por ello, en la poesía y en la novela trata los mismos temas que había desarrollado en los ensayos: su angustia espiritual y el dolor que provoca el silencio de Dios, el tiempo y la muerte. Siempre se sintió atraído por los metros tradicionales y, si bien en sus primeras composiciones procura eliminar la rima, más tarde recurre a ella. Entre sus obras poéticas destacan: Poesías (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de Velázquez (1920), Andanzas y visiones españolas (1922), Rimas de dentro (1923), Teresa. Rimas de un poeta desconocido (1924), De Fuerteventura a París (1925), Romancero del destierro (1928) y Cancionero (1953). Ya desde su primer libro, Poesías (1907), se perfilan los temas que van a dominar en la poética unamuniana: el conflicto religioso, la patria y la vida doméstica. Muere en Salamanca el 31 de diciembre del 1936.
POEMAS
A FEDERICO GARCÍA LORCA
Español, español,
saca los pechos y ponte al sol!
Llévate a cuestas la casa;
el vivido es lo que pasa
y se queda el por vivir.
Mañana será otro día;
cada día su alegría
con su pena de sufrir.
Cada día su mañana
con la santísima gana
de cantar.
Quién nos quita lo vivido?
En el seno del olvido
el descanso de soñar!
CASTILLA
Tú me levantas,
tierra de Castilla,
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende
y te refresca,
al cielo, tu amo,
Tierra nervuda, enjuta,
despejada, madre de corazones
y de brazos,
toma el presente
en ti viejos colores del noble antaño.
Con la pradera cóncava
del cielo lindan en torno
tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol
y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión
redonda y en ti me siento
al cielo levantado,
aire de cumbre
es el que se respira aquí,
en tus páramos.
¡Ara gigante,
tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
si te son dignos bajarán
al mundo desde lo alto!
LA LUNA Y LA ROSA
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
y el aroma de la noche le henchía
—sedienta boca—
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda...
Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma...
Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados en la cuna,
su corola; las cabelleras
mejidas de la Luna
y de la rosa y en el crisol
de la noche fundidas en una sola...
En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa mientras
la rosa se daba a la Luna, quieta y sola.
TE RECITABA BÉCQUER…GOLONDRINAS
Te recitaba Bécquer...
Golondrinas refrescaban
tus sienes al volar;
las mismas que, piadosas, hoy,
Teresa, sobre tu tierra
vuelan sin cesar.
Las mismas que al Señor,
de la corona espinas
le quitaron al azar;
las mismas que me arrancan
las espinas del corazón,
que se me va a parar.
Golondrinas que vienen
de tu campo trayéndome
recuerdos al pasar
y cuya sombra acarició
la yerba bajo que has ido
al fin a descansar.
DE VUELTA A CASA
Desde mi cielo a despedirme llegas
fino orvallo que lentamente bañas
los robledos que visten
las montañas de mi tierra,
y los maíces de sus vegas.
Compadeciendo mi secura,
riegas montes y valles,
los de mis entrañas,
y con tu bruma el horizonte
empañas de mi sino,
y así en la fe me anegas.
Madre Vizcaya,
voy desde tus brazos verdes,
jugosos, a Castilla enjuta,
donde fieles me aguardan los abrazos
de costumbre, que el hombre
no disfruta de libertad
si no es preso en los lazos de amor,
compañero de la ruta.
¡DIME QUÉ DICE, MAR!
¡Dime qué dices, mar,
qué dices, dime!
Pero no me lo digas;
tus cantares son,
con el coro de tus varios mares,
una voz sola que cantando gime.
Ese mero gemido nos redime
de la letra fatal, y sus pesares,
bajo el oleaje de nuestros azares,
el secreto nos oprime.
La sinrazón de nuestra suerte abona,
calla la culpa y danos el castigo;
la vida al que nació no le perdona;
de esta enorme injusticia sé testigo,
que así mi canto con tu canto entona,
y no me digas lo que no te digo.
¿QUÉ ES TU VIDA, ALMA MÍA?
Qué es tu vida, alma mía?,
¿cuál tu pago?,
¡Lluvia en el lago!
¿Qué es tu vida,
alma mía, tu costumbre?
¡Viento en la cumbre!
¿Cómo tu vida, mi alma,
se renueva?,
¡Sombra en la cueva!,
¡Lluvia en el lago!,
¡Viento en la cumbre!,
¡Sombra en la cueva!
Lágrimas es la lluvia
desde el cielo,
y es el viento sollozo
sin partida, pesar,
la sombra sin ningún consuelo,
y lluvia y viento
y sombra hacen la vida.
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