Juan Ramón Jiménez Mantecón, nace el 23 de diciembre del 1881, en Moguer-Huelva España. La infancia de Juan Ramón transcurre por viñas, olivares y pinares, y por las bodegas, huertos y corrales de Moguer. Infancia vivida en contacto casi permanente con la naturaleza, escasa de juegos, rica de soledad y rodeada por el bienestar y los cuidados que le prodigaba su familia. Sus estudios de primaria y elemental los realiza en el Colegio San José, primero con don Carlos Girona y Mexía. El poeta sentía verdadera admiración por Don Carlos Girona, como deja reflejado en su escrito del mismo título. En septiembre de 1891, realiza en el Instituto de Segunda Enseñanza de Huelva, el examen de instrucción primaria. Ya en bachillerato se examina en 1892 del primer curso y en 1893 del segundo, obteniendo calificaciones de notables y sobresalientes. En septiembre, de este mismo año, el poeta queda interno en el Colegio de los jesuitas de San Luis Gonzaga, del Puerto de Santa María (Cádiz), donde se educaban la mayoría de los hijos de la burguesía. Allí tuvo por compañeros, entre otros, al poeta Fernando Villalón y a Pedro Muñoz Seca. El poeta va abandonando su primera intención de estudiar leyes y se va sumergiendo en la vida intelectual de la ciudad. Cuando, en septiembre de 1897, vuelve a Sevilla se ve claramente que tampoco tiene intención de estudiar. Empieza a frecuentar el Ateneo y allí, en su biblioteca, lee a Bécquer, a Rosalía de Castro y Jacinto Verdaquer, se familiariza con nuestro Romancero y con la literatura clásica española. Además allí se relacionaba con poetas y escritores, todos mucho mayores que él, pero con los que charlaba y discutía, como Luis Montoto, José Velilla, José Lamarque Novoa, Francisco Rodríguez Marín etc. Aunque por edad pertenece a la segunda generación, tiene una estrecha relación con las dos que la rodean. Se sumó al modernismo, siendo maestro de muchos de los autores vanguardistas. Busca conocer la verdad y de esta manera alcanzar la eternidad. La exactitud para él, es la belleza. La poesía es una fuente de conocimiento, para captar las cosas. tiene una poesía panteística, exacta y precisa. Su poesía evoluciona de forma que se distinguen dos épocas. La primera acaba al iniciarse la segunda en 1916. Escribió el «Diario de un poeta recién casado» en el que cuenta su luna de miel en EEUU. Los temas son el amor, la realidad de las cosas... otro de sus éxitos fue «poemas mágicos y dolientes», extravagante título en el que se destaca la forma personal de escribir de Juan Ramón, que siempre escribía «j» antes de «e, i». Juan Ramón tuvo siempre presente a su ciudad natal como inspiración y referente, tal como quedó reflejado en toda su obra. En 1956 obtiene el Premio Nobel de Literatura, y el 29 de mayo del 1958 muere en San Juan de Puerto Rico.
POEMAS
Iba tocando mi flauta
a lo largo de la orilla;
y la orilla era un reguero
de amarillas margaritas.
El campo cristaleaba
tras el temblor de la brisa;
para escucharme mejor
el agua se detenía.
Notas van y notas vienen,
la tarde fragante y lírica
iba, a compás de mi música,
dorando sus fantasías,
y a mi alrededor volaba,
en el agua y en la brisa,
un enjambre doble de
mariposas amarillas.
La ladera era de miel,
de oro encendido la viña,
de oro vago el raso leve
del jaral de flores níveas;
allá donde el claro arroyo
da en el río, se entreabría
un ocaso de esplendores
sobre el agua vespertina...
Mi flauta con sol lloraba
a lo largo de la orilla;
atrás quedaba un reguero
de amarillas margaritas...
ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO LLORAN
Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.
¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?
Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.
Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!
Soñaré con mi infancia:
es la hora de los niños dormidos;
mi madre me mecía
en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;
y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendido
sal misterio sin luz de la tarde...
Es la esquila; ha sonado.
La esquila ha sonado en la paz
de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.
¡Que mis lágrimas corran!
Ya hay flores, ya hay fragancias y cantos;
si alguien ha soñado en mis besos,
que venga de su plácido
ensueño a besarme.
Y mis lágrimas corren...
No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.
Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
Ha llovido.
Aún las ramas
están sin hojas nuevas.
Cantan. Cantanlos pájaros.
¿En dónde cantanlos pájaros que cantan?
No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan.
Cantan.El valle está muy lejos. Nada...
Yo no sé dónde cantanlos pájaros
-cantan, cantan-
los pájaros que cantan.
(Llueve, llueve dulcemente...)
... El agua lava la yedra;
rompe el agua verdinegra;
el agua lava la piedra...
Y en mi corazón ardiente,
llueve, llueve dulcemente
Esté el horizonte triste;
¿el paisaje ya no existe?;
un día rosa persiste
en el pálido poniente...
Llueve, llueve dulcemente.
Mi frente cae en mi mano
¡Ni una mujer, ni un hermano!
¡Mi juventud pasa en vano!
-- Mi mano deja mi frente... --
¡Llueve, llueve dulcemente!
¡Tarde, llueve; tarde, llora;
que, aunque hubiera un sol
de aurorano llegará mi hora
luminosa y floreciente!
¡Llueve, llora dulcemente!
¡Qué tranquilidad violeta,
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
La dulce brisa del río,
olorosa a junco y agua,
le refresca el señorío...
La brisa leve del río...
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
Y el corazón se le pierde,
doliente y embalsamado,
en la madreselva verde...
Y el corazón se le pierde...
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
Se esté la orilla dorando...
El último pensamiento
del sol la deja soñando...
Se está la orilla dorando...
¡Qué tranquilidad violeta,
por el sendero, a la tarde!
A caballo va el poeta...
¡Qué tranquilidad violeta!
COMO ME MIRAS... POR SI YO PUDIESE
Pajarillo cojido,
de tu pecho dulce
por el águila negra de la muerte,
¡cómo me miras con tu ojito triste!
(negro plenor sangriento de luz débil).
Desde debajo de la garra inmensa,
que para siempre
ya le tiene y afirmado,
mientras la desafía
la vasta sombra que su vista emprende.
¡Cómo me mira sin pedirme nada,
cómo me mira...
por si yo pudiese,
que ya te está teniendo para siempre!
ENTRESUEÑO
Que yo estoy en la tierra,
que yo soy calle
oscura y mala,
jaula fría y mohosa,
campo cerrado siempre
¿quién lo podrá negar?
Que tú estás por el cielo,
que tú eres nube de colores,
pájaro errante y libre,
brisa de última hora,
¿quién lo podrá negar?
ES MI ALMA
No sois vosotras,
ricas aguas de oro,
las que corréis
por el helecho,
es mi alma.
No sois vosotras,
frescas alas libres,
las que os abrís
al iris verde,
es mi alma.
No sois vosotras,
dulces ramas
rojas las que os mecéis
al viento lento,
es mi alma.
No sois vosotras,
claras, altas voces
las que os pasáis
del sol que cae,
es mi alma.
LUNA GRANDE
La puerta está abierta,
el grillo cantando.
¿Andas tú desnuda
por el campo?
Como un agua eterna,
por todo entra y sale.
¿Andas tú desnuda
por el aire?
La albahaca no duerme,
la hormiga trabaja.
¿Andas tú desnuda
por la casa?
PRIMAVERA MADRE
¡Madre mía, tierra,
otra vez más verde,
más plena, más bella!
(Y yo, mientras, hijo tuyo,
con más secas
hojas en las venas).
¡Madre mía, tierra,
sé tú siempre joven,
y que yo me muera!
(Y tú, mientras, madre mía,
con más frescas
hojas en las piernas).
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