domingo, 17 de abril de 2011

Me Siento Caperucita





Acecha el Lobo con sus colmillos largos, garras de acero, silencioso y con una frialdad que espanta, espera tras cualquier esquina, cuando voy al paso, no a casa de mi abuelita, pues ya no tengo. No importa dónde, ni cuándo. De momento esquivo sus envestidas verbales, llamadas deliciosas, donde pone la miel en mis labios, para poder así quedar conmigo. Donde mi instinto me dice; “Si quedas te come”. Así voy por el momento saliendo del paso, con movimientos delicados para no ser oídas mis pisadas en el asfalto. Hasta en mis pesadillas aparece el Lobo. Juro que si lo veo no le preguntaré; ¿por qué tienes la boca tan grande?, callo y sigo adelante. Así evitaré que me engulla como una inocente Caperucita, vivo con la incertidumbre de que un día me pille invulnerable o sencillamente dormida. Tengo que mantenerme firme en está carrera de persecución desmedida. Si ves al Lobo no le digas que me has visto, ¿vale? Y por si acaso no te quedes mucho con él, porque no vaya a ser que seas tú, su próximo bocado.


 
© 2011 Rosana Martí


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