terça-feira, 28 de dezembro de 2010

Poemas Ana María Moix





Nace en Barcelona-España, en el 1947, narradora, poeta y traductora. De familia burguesa de lo más conservadora, forma parte del grupo de escritores “los novísimos”, junto a Gimferrer, Azúa y Panero, entre otros. Fue el único nombre femenino incluido en la antología “Nueve novísimos poetas españoles” de Josep María Castellet. Se la relaciona con el poeta Carlos Barral. Es licenciada en Filosofía y Letras. Colabora en diversas publicaciones de Madrid y Barcelona y ha sido jurado de diversos certámenes literarios. En la actualidad dirige las colecciones de poesía y relatos de la editorial Plaza y Janés. En 1970 gana el Premio Vizcaya de Poesía con “No time for flowers”, en 1985 el premio Ciudad de Barcelona con “Las virtudes peligrosas”, y en 1995 obtiene este galardón de nuevo con “Vals Negro”. Su hermano era el escritor Terenci Moix, ya fallecido el 2 de abril del 2003.



Obras poéticas:

Baladas del dulce Jim, 1969. Poesía.
Call me Stone, 1969. Poesía.
A imagen y semejanza. Barcelona: Lumen S.A., 1983. Poesía.






POEMAS




AQUEL HOMBRE DE OJOS ROJOS Y CHAQUETA AZUL...


Aquel hombre de ojos rojos y chaqueta azul venía
de muy lejos. Balbuceaba canciones por los parques y solía
relatar historias aparentemente sin sentido. Sin embargo,
parecía poseer un extraño entendimiento y saber
por qué algunos adolescentes lloran al despertar, herido
el pecho por el resplandor de la mañana.



NANCY FLOR BAILARÁ SIEMPRE...


Nancy Flor bailará siempre
porque Johnny ya murió.
Un bribón le dio la muerte,
nadie sabe a dónde huyó.
Fue testigo un pistolero
y en los bares de New York,
pasado luego a carcelero
contó la historia en un block.
Jim, Johnny y Nancy Flor
tres personajes de antología,
de apología,
extraña historia del terror.
Ella tenía los ojos grises,
Johnny pintaba flores de azahar,
Jim era dulce, un soñador.
Ella bailaba todas las noches,
Jim la soñaba en un bazar
rodeada de otros muñecos
que la adoraban por su candor.
Eran hermanos los dos adoradores
de Nancy Flor.
Por la calle caminaban
los tres en silencio,
mas el corazón no calla, traidor.
Y Jim lo supo.
Daban las doce en el cuco.
Caía el sol en la acera
y Dulce Jim vio un gran amor
en las dos sombras de Johnny y Nancy
Flor unidas a ras de tierra.
El dolor apenas quema
cuando nada queda en el hueco
de un antiguo corazón.
El asesino huyó de la justicia
pero le persigue el eco
de una loca ilusión
que con diabólica malicia
persiste en tener razón.
Una flor era Nancy para Jim,
mas una flor pintada antaño
por un solo enamorado
que no fue Jim, sino John.



ANDANDO EL TIEMPO SE VERÁN LAS CARAS...


Andando el tiempo se verán las caras,
esos que gritan por las esquinas
viva la revolución.
Degeneramos, compañeros. Preguntad
al mozo de telégrafos si le gusta
la historia de Rossy Brown.
Rossy partió bajo la luna,
una noche de fiesta en casa de Míster Brown.
Un caballero la envolvió en su capa
y a sus sueños la llevó.
Regresó luego, triste y perdida,
y a los pies de la mamá sollozó: Yo
no sabía qué me decía aquella noche,
verbena de San Juan, cuando
dije estoy cansada y tengo sueño,
mañana ya os veré.
Tengo una herida y un hijo muerto.
Sólo su capa Jim me dejó. Era mi dueño,
y aunque lo digan,
Jim nunca fue salteador.
Lo saben Rossy y la cocinera
que en el ajo estuvo en la ocasión: Jim
vuelve siempre. De madrugada su canción
canta a las muchachas
de negros ojos y dulce voz:
Un amor tiene cualquiera pero Dulce Jim, no.
Y es que el mozo de telégrafos está enamorado,
y no sabe qué hacer
para que la hija de la portera entienda
que no es muchacho del montón.



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