quarta-feira, 9 de março de 2011

Poemas Chely Lima





Nació en La Habana-Cuba en el 1957. Poeta, dramaturga, guionista, narradora, periodista, escritora de cuentos infantiles, gran aficionada a la fotografía y considerada una de las figuras más importantes de la ciencia ficción cubana. Cuando vivía en Cuba publicó poesías, cuentos y “Brujas”, una novela breve cuya segunda parte vio la luz en la Editorial Planeta Mexicana, bajo el título de "Confesiones nocturnas". También incursionó en la radio y co-escribió series juveniles para la televisión “Hoy es siempre todavía”, “Del lado del corazón”, “Castillos de cristal y Shiralad”, que alcanzaron altos niveles de audiencia en la década de los años 80. En el equipo figuraban Serret y los novelistas Antonio Orlando Rodríguez y Daína Chaviano. Luego escribió con Serret el guión del filme “Solteronas en el atardecer” (Guillermo Torres, 1990) y figuró entre los alumnos de Gabriel García Márquez en la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños. Es autora de 23 libros -novelas, cuentos, poesía y literatura para niños- editados en Cuba, Estados Unidos, México, Ecuador, Venezuela y Colombia -entre ellos las novelas Isla después del diluvio (Ediciones Malecón, 2010), Confesiones nocturnas y Triángulos mágicos (Planeta, 1994). Cataloga el Taller Introductorio de Guión y Dramaturgia de Cine y TV que condujo en el Miami Dade College recientemente como “un abc'' para guionistas novatos, muy similar a los que impartió junto a Serret en Ecuador y Buenos Aires desde que salió de Cuba. Tras abandonar la isla en 1992, Lima y Serret se establecieron en Ecuador, donde se integraron al canal Ecuavisa y escribieron series de corte policíaco y adaptaciones de obras de la literatura ecuatoriana, tales como “El Chulla Romero y Flores”, “7 lunas”, “7 serpientes”, entre otras. Una década más tarde, la escritora saltó a Argentina, donde vivió cerca de cinco años hasta que le ofrecieron una pasantía en el Museo DeYoung de San Francisco, California.






POEMAS




ESTO NO ES UN POEMA


Esto no es más que un gran pretexto para.poder decir
no me acostumbro a no tener tus manos temblando,
entre las mías,
no me acostumbro a mirarte a los ojos a distancia.
Una mirada tuya vale más que una ciudad abierta.
Yo he conocido cómo todos los vientos ardorosos.te cantan.
No me acostumbro a reprimirme la ternura,
a confundir las palabras cuando asientes,
Hoy quiero comprometer todas mis cartas;
es corta la vida: no quiero lamentar tanto silencio.
No me acostumbro nunca a no llamarte,
a no sentir tu voz, a ser un rostro más contra la lluvia.
Pero acaso deba acostumbrarme.
Acaso arrastre el próximo verano.
Quizás amor sea una palabra excesiva entre nosotros
quizá sea todo sombra callada
para poder a veces cuando estalle.


 

INVITACIÓN FORMAL


Ven a mi patio donde el viento
no tiene poderíos, donde es tibia la luz
y se escurre velada por lucetas.
Ven a lo verde, al sitio que huele a jardín
y agua segura.
Ve al patio que guarda ecos árabes
y es tan sabroso
como fruta mordida.
Ven mientras dura en tanto
la hora de la siesta.



ALA Y ALA


Imagínate que estamos apretados
y está a punto de ser nuestra gran noche.
Por la ventana empiezan a invadirnos
antiguos clavicordios, dinosaurios,
planetas sin vegetación, güijes tardíos
y toda esa muchedumbre que nos mira
comenzar el ritual
de redondear tu frente, besarte la espalda
y grabarte los dientes en un muslo febril;
toda esa muchedumbre se agita,
brama encendida y cruje en gigantescas
floraciones.
Descendemos a un círculo infernal.
Imagínate que encuentro tu sandalia
en mi inicial expedición de arqueología
y a partir de una huella
reconstruyo tu rostro y tu pene,
o me hago parásito afín de tu garganta.
Descubro la forma de crucificarte
cara al techo
y nos cuesta la resurrección un largo orgasmo
de anís y de centella.
Imagínate esta primera historia
real, si no te hubiera visto, si no te hubiera escrito.
Si no hubiéramos chupado el mango mítico de Adán:
Qué haríamos con la Tierra
de tal forma poblada y despoblada.



LOCO EN PIEL DE COCODRILO

Del libro Todo aquello que no se nombra
(fragmento)


Bajar al infierno no es tan sencillo.
Me arrodillo y quiebro mi yugular, y ellos llegan,
oscuros, sediciosos como una manada de susurros.
Ya no existo. Ellos me habitan.
Pasan a través de mis ojos
como relámpagos de hierba,
se adueñan de mi hígado y mi lengua.
No soy un guerrero, no soy un peregrino,
no soy alguien que busca,
porque no existo. No es a mí a quien ves
cuando me miras.
No es a mí a quien quieres escuchar
cuando preguntas.
Hay un retablo de guiñol en mi cabeza:
Debajo de mis párpados ellos lloran y se abrazan,
se besan y fornican,
inalcanzables, inasibles, todopoderosos.
Danzan sonriendo. Ruedan por tierra
con las ropas en desorden.
Se palpan los miembros aceitados.
No existo, pero soy un hombre
que se desnuda para cruzar un río.
No existo, pero soy una mujer
que acaba de parir un cordero.


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